A Veces Duele

Cada cosa tiene un limite, cada palabra puede llegar a dañar a una persona, cada gesto, cada demostración no agradable puede llegar a herir, a veces sin querer, a alguien.
Hay veces en que las personas emitimos palabras sin pensarlas antes, sin saber que esas mismas palabras pueden llegar a causar un gran efecto en la persona que las recibe.
Fácil, las palabras que emitimos sin antes pensarlas son la causa de algo, y ese algo forma una consecuencia, que en casos pueden llegar a derrumbar el animo de aquella que recibe esas palabras que emite la primer persona.
Interminables, incontables, son las veces en las que palabras me han dañado. En las que he llegado a sacar mis propias conculuciones, en las que me he armado la cabeza, en las que he terminado llorando en mi almohada, aquella que ya varias cicatrizes tiene. Si habra pasado por varios estados de animo esa almohada, que refleja los mios. A llegado a ser tirada fuertemente contra el suelo en mis días de furia, de enojo, en las que me canso del mundo, en las que me canso de las personas que me rodean, en las que me canso de esta vida, en las que lo unico que quiero hacer es irme lejos, lo mas lejos posible, para que este estado no se vuelva a repetir.
A llegado a ser apretada furiosamente contra mi pecho, en mi estado de anciedad, en el que agarro lo primero que se me cruze por la cabeza, por el simple hecho de necesitar reflejar mi estado en algo.
Y a llegado a estar en uno de los peores estados, en los que lo unico que hago es apretar aquella almohada con fuerza sobre mi cara, casi dejandome sin aire, en los que las lagrimas ocupan mis mejillas, en las que aquellas mismas pasan a formar parte de aquella almohada, en las que lo unico que puedo hacer es llorar, dejar salir aquella tensión, aquella tristeza, y a veces aquella furiosidad que llevo dentro.
Sí, mi almohada, mi fiel compañera, la que se aguantado mil y unas, la que ha estado presente en cada uno de mis estados. La que ha formado parte de cada uno de ellos.